REPORTAJE
Una señora de 95
años muy lúcida
“A
Favaloro lo matamos los argentinos”
Irma me habló de sus
recuerdos, sus quejas por la inflación y la inseguridad, sus miedos
y su visión del presente, los cambios favorables y los retrocesos de
la sociedad. Opinó del Papa, de Cristina, el Dr. Favaloro, Randazzo
y de algunos expresidentes.
Por Matías Turina
En su cómodo
departamento de Monserrat, Irma me relató sus puntos de vista sobre
un vasto temario. En forma desordenada porque ante muchas preguntas
“se va por las ramas”, esta mujer nacida el 6 de enero de 1920 y
que comenzó a trabajar a los 13 años ayudando a su padre en tareas
de su hotel marplatense, luego fue estudiante en la Universidad de La
Plata para desarrollar 67 años de trabajo (hasta los 88 años) en su
laboratorio de análisis clínicos, me fue dando sus opiniones sobre
distintos temas. Irma vive sola, no tuvo hijos y no le queda ningún
familiar “de sangre” (padres, hermanos, esposo y hasta su único
sobrino han fallecido). Irma recibía y cuidaba los fines de semana a
mi abuela Elsa, su íntima amiga cuatro años menor que ella, desde
que falleció mi abuelo Eugenio, en 2003, hasta casi su final en el
2011, pese a su cada vez más avanzado Alzheimer. Ahora Irma es mi
“abuela postiza”. Una señora concurre tres veces por semana para
ayudarla en tareas del hogar.
-¿Cuáles son las
cosas que más te preocupan en la actualidad?
-Me preocupan la
inflación que no cede, y también la inseguridad. No es posible que
todos los días haya tantos crímenes y las autoridades no puedan
frenarlos.
-¿Y eso te
atemoriza para salir a la calle?
-No. Yo casi no salgo
a la calle. Mis temores son más personales. Yo vivo sola y a la
noche, cuando tengo algún dolor no sé qué me puede pasar. Me tengo
que levantar unas cuatro veces por noche para ir al baño y temo
caerme, pero jamás mojé la cama. Además tuve muchos ACV
(accidentes cerebrovasculares) transitorios. Entonces empiezo a rezar
(Irma reza un padrenuestro completo), porque así entretengo mi
cabeza, y además creo que Dios me va a ayudar. Porque Dios está
para ayudarnos, no para castigar. Cuando era chica, en el colegio las
monjas nos amenazaban con el castigo de Dios, con el Purgatorio y el
infierno. Pero yo creo que Dios está para ayudar porque es solo
bondad.
-¿Y por qué te
decían eso de chica?
-No sé, creo que era
la idea que bajaba de la Iglesia en esa época, del Papa de entonces.
Ahora es distinto. El Papa Francisco transmite amor y paz, no amenaza
con castigos. Yo creo que él es el mejor Papa que he conocido. Y eso
que lo han maltratado tanto en la Argentina.
-¿Quién?
-Cristina. Ella ha
sido muy mala. Todos loa años lo maltrataba llevando los Tédeum al
interior, a Luján, a Santiago del Estero.
-No la querés a
Cristina.
-Sí, ahora ha
cambiado mucho. Creo que se está ocupando de los niños y de los
adolescentes, abriendo muchas universidades para que puedan estudiar.
Está haciendo mejor las cosas.
-¿Y cuándo creés
que cambió?
-A mí me parece que
luego de tantos problemas personales ella cambió y empezó a ser
distinta. Tuvo que soportar la muerte de Kirchner, después las
operaciones, sobretodo la del coágulo en la cabeza. Cuando la
operaron acá en la Favaloro. Yo siempre me acuerdo del nombre de su
cirujano, el Dr. Cristian Fuster, mirá como me acuerdo, porque por
suerte mi memoria está muy bien, al menos para las cosas
importantes. Hay nombres que no hay que olvidar. En Argentina hay
mucha gente muy valiosa, como el Dr. Manes. ¡Y Favaloro! ¡Qué
injustos fuimos con ese hombre! Por suerte un día se juntaron 500
operados del corazón y le hicieron un homenaje. Pero no le pagaban y
lo llevaron a una situación desesperante. Siempre me acuerdo de ese
día, el 29 de julio. Nos fuimos de la fiesta de tu cumpleaños y al
rato suena el teléfono y tu abuela Elsita me dice ¿te enteraste? No
lo podía creer. ¡A Favaloro lo matamos los argentinos! ¡Qué
desagradecidos somos!
-¿Cuál pensás
que fue el mejor presidente argentino?
-Alfonsín, el padre
de esta democracia. ¡Cómo festejamos cuando asumió! Fuimos a
bailar con Elsita y Eugenio a la 9 de Julio. Lástima como terminó,
qué cosas que le hicieron. Después vino Menem, ¡qué hombre tan
cínico, qué falso!
-¿Y de los
candidatos actuales?
-Me gusta Randazzo. Me
parece un hombre muy eficiente. Fijate lo que hizo con los
documentos, cómo cambió para obtener un pasaporte. Y con la SUBE,
los trenes, los subtes (sic).
-Pasando a otro
tema, ¿qué cambios positivos ves en los tiempos modernos y qué
cosas empeoraron?
-Lo bueno es la
tecnología (mientras dice esto observo su notebook, que ella
aprendió a usar hace pocos años y utiliza para enviar mails y ver
imágenes, consultar términos o conceptos. Aunque no se acostumbró
nunca al homebanking u otras facilidades de la computación). Los
cambios tecnológicos han mejorado muchas actividades, las hicieron
más sencillas. ¡Y lo que va a seguir mejorando! Me encanta ver un
concierto que se está desarrollando en Italia, por ejemplo, y yo lo
puedo disfrutar por la televisión en directo, sentada en este
sillón.
-¿Y qué cosas han
desmejorado?
-La sociedad. La falta de respeto,
de los jóvenes a sus maestros, y la de los maestros a sus alumnos.
Se perdieron valores. Antes, si un chico quería salir y le decían
no, se callaba la boca y respetaba a sus mayores. ¡Rosa! (Llama a su
empleada. Pero sigue hablando Irma): que te cuente Rosa, cuando una
hija volvió a las 10 de la mañana de bailar: ¡el cachetazo que le
dio! Y después se lo agradeció. Yo no tuve hijos, pero Rosa tuvo
ocho y te puede contar. Ahora andá a decirle algo a sus nietos.
Hacen lo que quieren. Pero después pasan las cosas que vemos cada
día. Las chicas de 14, 15 años un día conocen a un
hombre grande, mayor de 20, y las engañan, y por eso el tema de la
trata de personas es cada vez más grave. ¡Eso es lo que consiguen!
Y no se dan cuenta que todavía no han madurado, no entienden los
riesgos que corren por no respetar los consejos que le dan los
padres.
La hora fue pasando y
tengo que irme para llegar al teatro para el que ya tengo las
entradas. Tengo ganas de responderle que no se puede culpabilizar a
las víctimas. Y también que en 1935, cuando Irma tenía mi edad,
tal vez había muchos más casos de trata de personas pero no se
combatía el delito y nadie se enteraba. Pero me tengo que ir. Tal
vez cuando el miércoles 3 Irma vea por televisión la marcha “Ni
Una Menos” pueda pensar otras cosas…al menos que esta sociedad
está viva y pelea.