lunes, 22 de junio de 2015


REPORTAJE

Una señora de 95 años muy lúcida

A Favaloro lo matamos los argentinos”
Irma me habló de sus recuerdos, sus quejas por la inflación y la inseguridad, sus miedos y su visión del presente, los cambios favorables y los retrocesos de la sociedad. Opinó del Papa, de Cristina, el Dr. Favaloro, Randazzo y de algunos expresidentes.

Por Matías Turina

En su cómodo departamento de Monserrat, Irma me relató sus puntos de vista sobre un vasto temario. En forma desordenada porque ante muchas preguntas “se va por las ramas”, esta mujer nacida el 6 de enero de 1920 y que comenzó a trabajar a los 13 años ayudando a su padre en tareas de su hotel marplatense, luego fue estudiante en la Universidad de La Plata para desarrollar 67 años de trabajo (hasta los 88 años) en su laboratorio de análisis clínicos, me fue dando sus opiniones sobre distintos temas. Irma vive sola, no tuvo hijos y no le queda ningún familiar “de sangre” (padres, hermanos, esposo y hasta su único sobrino han fallecido). Irma recibía y cuidaba los fines de semana a mi abuela Elsa, su íntima amiga cuatro años menor que ella, desde que falleció mi abuelo Eugenio, en 2003, hasta casi su final en el 2011, pese a su cada vez más avanzado Alzheimer. Ahora Irma es mi “abuela postiza”. Una señora concurre tres veces por semana para ayudarla en tareas del hogar.
-¿Cuáles son las cosas que más te preocupan en la actualidad?
-Me preocupan la inflación que no cede, y también la inseguridad. No es posible que todos los días haya tantos crímenes y las autoridades no puedan frenarlos.
-¿Y eso te atemoriza para salir a la calle?
-No. Yo casi no salgo a la calle. Mis temores son más personales. Yo vivo sola y a la noche, cuando tengo algún dolor no sé qué me puede pasar. Me tengo que levantar unas cuatro veces por noche para ir al baño y temo caerme, pero jamás mojé la cama. Además tuve muchos ACV (accidentes cerebrovasculares) transitorios. Entonces empiezo a rezar (Irma reza un padrenuestro completo), porque así entretengo mi cabeza, y además creo que Dios me va a ayudar. Porque Dios está para ayudarnos, no para castigar. Cuando era chica, en el colegio las monjas nos amenazaban con el castigo de Dios, con el Purgatorio y el infierno. Pero yo creo que Dios está para ayudar porque es solo bondad.
-¿Y por qué te decían eso de chica?
-No sé, creo que era la idea que bajaba de la Iglesia en esa época, del Papa de entonces. Ahora es distinto. El Papa Francisco transmite amor y paz, no amenaza con castigos. Yo creo que él es el mejor Papa que he conocido. Y eso que lo han maltratado tanto en la Argentina.
-¿Quién?
-Cristina. Ella ha sido muy mala. Todos loa años lo maltrataba llevando los Tédeum al interior, a Luján, a Santiago del Estero.
-No la querés a Cristina.
-Sí, ahora ha cambiado mucho. Creo que se está ocupando de los niños y de los adolescentes, abriendo muchas universidades para que puedan estudiar. Está haciendo mejor las cosas.
-¿Y cuándo creés que cambió?
-A mí me parece que luego de tantos problemas personales ella cambió y empezó a ser distinta. Tuvo que soportar la muerte de Kirchner, después las operaciones, sobretodo la del coágulo en la cabeza. Cuando la operaron acá en la Favaloro. Yo siempre me acuerdo del nombre de su cirujano, el Dr. Cristian Fuster, mirá como me acuerdo, porque por suerte mi memoria está muy bien, al menos para las cosas importantes. Hay nombres que no hay que olvidar. En Argentina hay mucha gente muy valiosa, como el Dr. Manes. ¡Y Favaloro! ¡Qué injustos fuimos con ese hombre! Por suerte un día se juntaron 500 operados del corazón y le hicieron un homenaje. Pero no le pagaban y lo llevaron a una situación desesperante. Siempre me acuerdo de ese día, el 29 de julio. Nos fuimos de la fiesta de tu cumpleaños y al rato suena el teléfono y tu abuela Elsita me dice ¿te enteraste? No lo podía creer. ¡A Favaloro lo matamos los argentinos! ¡Qué desagradecidos somos!
-¿Cuál pensás que fue el mejor presidente argentino?
-Alfonsín, el padre de esta democracia. ¡Cómo festejamos cuando asumió! Fuimos a bailar con Elsita y Eugenio a la 9 de Julio. Lástima como terminó, qué cosas que le hicieron. Después vino Menem, ¡qué hombre tan cínico, qué falso!
-¿Y de los candidatos actuales?
-Me gusta Randazzo. Me parece un hombre muy eficiente. Fijate lo que hizo con los documentos, cómo cambió para obtener un pasaporte. Y con la SUBE, los trenes, los subtes (sic).
-Pasando a otro tema, ¿qué cambios positivos ves en los tiempos modernos y qué cosas empeoraron?
-Lo bueno es la tecnología (mientras dice esto observo su notebook, que ella aprendió a usar hace pocos años y utiliza para enviar mails y ver imágenes, consultar términos o conceptos. Aunque no se acostumbró nunca al homebanking u otras facilidades de la computación). Los cambios tecnológicos han mejorado muchas actividades, las hicieron más sencillas. ¡Y lo que va a seguir mejorando! Me encanta ver un concierto que se está desarrollando en Italia, por ejemplo, y yo lo puedo disfrutar por la televisión en directo, sentada en este sillón.
-¿Y qué cosas han desmejorado?
-La sociedad. La falta de respeto, de los jóvenes a sus maestros, y la de los maestros a sus alumnos. Se perdieron valores. Antes, si un chico quería salir y le decían no, se callaba la boca y respetaba a sus mayores. ¡Rosa! (Llama a su empleada. Pero sigue hablando Irma): que te cuente Rosa, cuando una hija volvió a las 10 de la mañana de bailar: ¡el cachetazo que le dio! Y después se lo agradeció. Yo no tuve hijos, pero Rosa tuvo ocho y te puede contar. Ahora andá a decirle algo a sus nietos. Hacen lo que quieren. Pero después pasan las cosas que vemos cada día. Las chicas de 14, 15 años un día conocen a un hombre grande, mayor de 20, y las engañan, y por eso el tema de la trata de personas es cada vez más grave. ¡Eso es lo que consiguen! Y no se dan cuenta que todavía no han madurado, no entienden los riesgos que corren por no respetar los consejos que le dan los padres.

La hora fue pasando y tengo que irme para llegar al teatro para el que ya tengo las entradas. Tengo ganas de responderle que no se puede culpabilizar a las víctimas. Y también que en 1935, cuando Irma tenía mi edad, tal vez había muchos más casos de trata de personas pero no se combatía el delito y nadie se enteraba. Pero me tengo que ir. Tal vez cuando el miércoles 3 Irma vea por televisión la marcha “Ni Una Menos” pueda pensar otras cosas…al menos que esta sociedad está viva y pelea.

 

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